El combate de Evo Morales por salvar la Tierra

lundi 7 juin 2010.
 

Las fotos de los bosques desolados, los campesinos hambrientos, los glaciares en deshielo permanente, la naturaleza depredada, martillan la conciencia de los que sabemos que no hay otro planeta donde vivir.

Es el efecto del capitalismo, acelerado en la neoliberalidad del capital financiero, con consecuencias como el enorme derrame de petróleo de la plataforma extractora de la empresa norteamericana BP (antigua British Petroleum) por violar las medidas de seguridad y echar a andar la instalación a pesar de que las inspecciones habían detectado defectos serios.

El Presidente Evo Morales tiene toda la razón. Si se sigue dejando al capitalismo con las manos libres, nos van a asesinar el planeta. Esas son las brutalidades a las que el Presidente indígena de Bolivia ha declarado la guerra.

A Evo, formado como luchador social en comunión con la naturaleza, le llegó la gran decepción en la llamada Cumbre del Clima de Copenhague, donde se suponía que los países desarrollados aprobarían alguna contribución respetable para contrarrestar el calentamiento de la temperatura atmosférica, y unas garras poderosas trataron de imponer un documento apócrifo.

Ya se predice que en la próxima reunión de Cancún habrá un estrépito con el fracaso, porque los desarrollados no desean tomar en cuenta las recomendaciones de la Cumbre de Cochabamba.

Hay que dar la batalla para detener el ecocidio, Evo no lo dudó ni un segundo e, inmediatamente después del estruendoso fracaso de de la capital danesa, lanzó la convocatoria a una Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre, Tierra en abril pasado.

En la organización de la cumbre de Cancún predominan sin embozo representantes de países donde las grandes empresas transnacionales gozan de una preponderancia fatal para el medio ambiente.

En Cochabamba, defendiendo la naturaleza, hubo 35 352 personas, de ellas casi diez mil de movimientos y organizaciones sociales de 140 países. Y hubo representantes de 56 gobiernos. Eso significa que la Tierra tiene una tropa de defensa.

Esas son las fuerzas la tropa de primera línea de la batalla por salvar a la Tierra, los núcleos que en cada nación deben divulgar las ideas de la Conferencia de Cochabamba, para que las British Petroleum, Transocean Ltd., Halliburton, Boeing, General Motors, Ford, Lehman Brothers, Mercedes Benz, Citigroup y el gran entramado de los que saquean el planeta aprecien que existe un ejército de conciencia que les hace frente.

La denuncia de que los que redactan los documentos de la cumbre de diciembre próximo en Cancún, México, no han tomado en cuenta las demandas de los pueblos sobre la defensa de la Madre Tierra sirve de acicate a los que defienden el planeta. En la Reunión de las Partes sobre Cambio Climático de diciembre, los defensores de la naturaleza tratarán de arrancar a los industrializados lo que no quisieron aportar en Copenhague.

Las armas son presionar sobre la necesidad de preservar y hacer cumplir el Protocolo de Kioto sobre reducción de gases de invernadero, y disminuir en un 50 % las emisiones de esos gases dentro de las fronteras de las naciones desarrolladas en una segunda etapa.

Y el documento aprobado por la Cumbre de la Madre Tierra en Cochabamba es tajante en cuanto establece que “estamos decididos a evitar que un sólo Estado insular quede bajo el océano”.

Los puntos defendidos con pasión los países pobres, con destaque para el presidente Evo, son casi dos decenas y todos insisten en salvar el planeta. Por eso es comprensible que Fidel, en una de sus reflexiones en octubre pasado, lo propusiera para el premio Nobel de la Paz. A él no se lo dieron de antemano, ya se lo ganó.


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